VIGOREXIA
Definición:
También es llamada Anorexia inversa o complejo de Adonis (Sánchez-Barbudo, 2010).
Es la adicción al ejercicio físico
llegando a un comportamiento obsesivo con el fin de conseguir un cuerpo delgado
y musculoso, por lo que para estas personas su prioridad es mantener un cuerpo
estético y saludable llegando a presentar una preocupación excesiva que
convierte a la conducta en riesgosa para la salud, pues restringen de manera
estricta su dieta, principalmente ricas en proteínas, y en la mayoría de los
casos ingieren o se inyectan sustancias (fármacos u hormonas) para conseguir
dicho objetivo (Sánchez-Barbudo, 2010).
Factores de riesgo:
Una excesiva preocupación por la figura, tener una autoimagen
distorsionada, baja autoestima, introversión, tendencia a la automedicación
relacionada a anabolizantes, hormonas del crecimiento y otros productos
dopantes. Esta automedicación los lleva a recurrir al mercado negro donde
pueden correr el riesgo de consumir sustancias adulteradas y sin ninguna garantía
sanitaria, además de que invierten gran cantidad de dinero en este tipo de
productos (Sánchez-Barbudo, 2010).
Factores de protección:
Realizar una actividad física, pero sin caer en excesos y
sólo con la finalidad de mantener una salud adecuada, por lo que se debe de
dedicar un tiempo coherente, además de reconocer si el hecho de acudir a hacer
ejercicio interfiere o afecta otras situaciones sociales como el trabajo, el
tiempo dedicado a la pareja, etc.; de igual forma se debe de mantener una dieta
equilibrada, donde la atención esté en proporcionar al cuerpo todos los
nutrientes necesarios (Rodríguez, 2007).
Factores biológicos:
Está asociado a un bajo rendimiento del sistema
serotoninérgico así como un desequilibrio en la presencia de neurotransmisores
como: el gaba, encargado de la inhibición específica de comportamientos; la
dopamina, cuyos niveles se ven aumentados por el exceso de ejercicio. Otro
factor está vinculado con el sistema nervioso simpático donde se da una
dependencia de los niveles aumentados de catecolaminas. También se asocia a un
déficit de opioides endógenos (Rodríguez, 2007).
Factores psicológicos:
Psicológicamente las personas con vigorexia han presentado en
algún momento de su vida burlas sobre su apariencia, fracasos, relaciones
interpersonales negativas, por lo que los sujetos desarrollan cogniciones
equivocadas sobre su imagen. El perfeccionismo, la baja autoestima, el miedo al
ridículo y al fracaso y la predisposición a darle importancia a la opinión de
otros influyen en este trastorno (Rodríguez, 2007).
Presentan comportamientos
obsesivos-compulsivos, específicamente por acudir al gimnasio sin importar las
condiciones climáticas y si presentan una molestia o indisposición física; y
transferir como principales valores de vida el acto de entrenar o muscular su
cuerpo. Comúnmente se presenta enfado si no puede acudir a realizar su
actividad física o si alguien critica su conducta referente al ejercicio
(Sánchez-Barbudo, 2010).
Manejo de los factores psicológicos:
Modificando la percepción de su cuerpo y disminuyendo la
ansiedad y entusiasmo por el ejercicio por otras actividades que le representan
igualdad de satisfacción, pero sin poner en riesgo su salud (Sánchez-Barbudo,
2010).
Epidemiología:
Se calcula que un 10% de las personas que acuden a un
gimnasio padecen este trastorno (Rodríguez, 2007).
Es de los trastornos que es presentada mayoritariamente por
hombres más que por mujeres, donde su preocupación por conseguir el cuerpo
“perfecto” los hace consumir sustancias perjudiciales para su organismo, por lo
tanto, recurren al dopaje para conseguir mayor incremento de masa muscular y
disminuir la fatiga que se presenta por consecuencia de la exigencia física a
la que se someten (Sánchez-Barbudo, 2010).
Existen dos variantes de vigorexia, la centrada a conseguir
el cuerpo o la figura perfecta según los modelos actuales que pone la sociedad
y por otro lado, el deportista que desea ser el mejor en su disciplina por lo
que exige al máximo a su organismo con el objetivo de conseguirlo
(Sánchez-Barbudo, 2010).
La vigorexia causa la desproporción
entre las partes corporales en relación a la cabeza, por lo que se da un
aspecto desproporcionado; es común la presencia de desgarros y esguinces
repercutiendo en huesos, tendones, músculos y articulaciones; presencia de
trastornos metabólicos por el exceso de ingesta de proteínas e hidratos de
carbono y poca cantidad de grasa; además es común que muestren problemas de
acné, cardiacos y retención de líquidos, en el caso de las mujeres se presenta
masculinización e irregularidades en su ciclo menstrual; y en los hombres,
atrofia testicular y disminución en la formación de espermatozoides
(Sánchez-Barbudo, 2010).
Tipos de evaluación:
Se enfoca a la evaluación de tres aspectos principalmente: la
imagen corporal, la dismorfia muscular y la vigorexia como tal (Compte, 2009).
La evaluación de la imagen corporal puede ser medida a través
de instrumentos como: The Adonis Complex Questionnaire (ACQ); y el Modelo de
Escala de Siluetas. La percepción del desarrollo muscular a través del Muscle
Dysmoprhia Scale (MDS); Muscle Appearance Satisfaction Scale (MASS); y la Escala de satisfacción con
la apariencia muscular, que es una adaptación de la MASS. Por último, la
evaluación de la vigorexia se desarrolla a través del Test Breve de Vigorexia
(TBV) (Compte, 2009).
Estrategias y programas de intervención:
Es poco común que las personas con vigorexia busquen ayuda
pues no tienen conciencia de padecer esta enfermedad o porque las expresiones
clínicas del trastorno simulan una práctica saludable, por lo que el
tratamiento, en un principio, debe enfocarse a ayudar al paciente a darse
cuenta del problema o padecimiento que tiene (Compte, 2009).
El modelo cognitivo-conductual es el más usado, enfocándose
en corregir los errores cognitivos relacionados como los denominados: bella o
bestia (pensamiento dicotómico de todo o nada, donde ser bello es ser fuerte y
musculoso); Ideal imposible (donde el modelo de belleza a alcanzar presenta un
desarrollo muscular imposible de alcanzar); Comparación selectiva (se observa
únicamente a personas con un cuerpo más musculoso y grande que el propio); La
lupa (se concentra la atención en un solo aspecto físico); La mente ciega (la
imposibilidad de apreciar los aspectos positivos de la propia imagen); y
Generalización excesiva (creencia que desvaloriza a la persona por carecer de
una virtud deseada) (Compte, 2009).
La principal función de la terapia será que el sujeto cambie
la forma de relacionarse con su cuerpo con el fin de que supere la excesiva
preocupación patológica que lo hace ver con un cuerpo defectuoso o con poca
musculatura, por lo que se debe de sustituir las conductas negativas por otras
sanas a nivel social y personal. El modelo más usado para este aspecto es el
modelo de Raich: Primera fase, consiste en informar al sujeto sobre el tema de
la imagen corporal e iniciar un autorregistro para identificar los
pensamientos, sentimientos y conductas relacionadas con su apariencia; Fase dos,
enfocado a que el sujeto desarrolle una visión real de su cuerpo a través de
procesos de autoobservación y comparación social con otras personas; Fase tres,
Identificación de pensamientos y creencias en relación al cuerpo y a la propia
imagen; Fase cuatro, pretende hacer conscientes los sentimientos negativos
relacionados a la percepción del propio cuerpo; Fase cinco, identificar las
conductas desadaptativas para después implementar una estrategia de cambio
utilizando las técnicas como la economía de fichas, contratos conductuales,
manejo de refuerzos, de exposición, etc.; y por último, la fase seis, en
proporcionar estrategias para evitar recaídas (Compte, 2009).
Por otro lado, también es común el tratamiento
psicofarmacológico utilizando inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS) para controlar el componente obsesivo compulsivo; también el
uso de antidepresivos para actuar sobre el componente emocional (Compte, 2009).
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