Definición:
Es la conducta intencionada y persistente de ingerir,
masticar, chupar o lamer sustancias u objetos que no son considerados
alimentos, o también se refiere al consumo en demasía de algún alimento o
condimento específico, ambas acciones con una duración mayor a un lapso de un
mes, y comúnmente solo un material es el que se ingiere, es decir, la persona
selecciona solo un material o sustancia; por lo que ha sido catalogada como una
anormalidad en la conducta o como una perversión gustativo-alimentaria (Frenk,
Nieto, Olivares & Faure, 2013).
Factores de riesgo:
Se asocia al padecimiento de hipogeusia, es decir, la pérdida
de la percepción de sabores, así como a la carencia de alguna sustancia nutritiva
en específico (Frenk et al, 2013). Además, al vivir en un entorno familiar
estresante, el tener conductas adictivas, el carecer de una red de apoyo
social, privación maternal, negligencia paternal, embarazo, tener una
discapacidad intelectual o un trastorno de desarrollo, epilepsia y/o daño
cerebral (Rose, Porcerelli & Neale, 2000).
Factores de protección:
La continua evaluación de sustancias como el hierro y el zinc
en la sangre, de igual forma de la presencia de plomo. Otro factor es
detectando conductas obsesivas y control de impulsos (Rose et al. 2000).
Factores biológicos:
Esta costumbre se presenta en ocasiones en pacientes con
padecimientos de orden metabólico como la enfermedad celíaca, drepanocitosis o
el síndrome de Prasad, caracterizados por la falta de hierro y zinc.
Precisamente con respecto al hierro, se da la controversia sobre si esta
deficiencia es causa o efecto de la pica (Frenk et al, 2013).
Factores psicológicos:
Este síndrome comúnmente se practica a escondidas y con conciencia
de culpa, y es provocado por cuestiones como la hiperactividad, déficit de
atención, en pacientes con retraso mental y en personas con autismo. De igual
forma se le ha asociado a un tipo de adicción, por su carácter compulsivo, pues
genera sentimientos de satisfacción y liberación de tensiones emocionales
(Frenk et al, 2013). También se relaciona con cuestiones de estrés, temor,
abusos, pobreza y hambre (Rojas, 2012).
Manejo de los factores psicológicos:
A través del control de los impulsos y de comportamientos
obsesivos (Rose et al. 2000), comúnmente este manejo de deja a los familiares
del paciente con síndrome de pica, pues son ellos los que servirán como
coterapeutas evitando el reforzamiento incidental de la conducta. Se entrena
sobre principios básicos de aprendizaje, castigo y control de estímulos,
reforzando conductas incompatibles y conductas alternas, además de desarrollar
la comunicación y habilidades sociales (Viguria & Miján, 2006).
Epidemiología:
Este síndrome tiene mayor presencia en regiones pobres de
Centro y Sudamérica e India. El grupo más afectado se da entre las mujeres
embarazadas. En Latinoamérica existe entre un 23% y 44% de mujeres gestantes
que presentan esta patología. En enfermos con discapacidad intelectual se presenta
en un 20 y 30 % (Rojas, 2012).
Para que se considere anómala esta conducta debe de
presentarse en sujetos mayores de los 18-24 meses de edad (Rojas, 2012).
Se relaciona con la función límbica, específicamente al
complejo amigdalino, del cual vienen desde el reconocimiento del carácter de
alimento hasta el condicionamiento de aversión o preferencia gustativa (Frenk
et al, 2013).
Los sujetos con pica pueden percibir sabores endógenos al
ingerir materiales que realmente carecen de sabor (Frenk et al, 2013).
El padecimiento de pica puede ocasionar hiperpotasemia,
hipopotasemia y alcalosis metabólica, así como, se puede contraer helmintiasis.
Por otro lado, es causa de obstrucciones y perforaciones intestinales, además
de bezoares como por ejemplo los tricobezoares (Frenk et al, 2013). Por la
ingesta de pelo el cual obstruye el estómago se puede padecer el síndrome de
Rapunzel. Además, se puede presentar envenenamiento por exposición o consumo de
plomo; infecciones por parásitos y lesiones dentales (Rojas, 2012).
Dependiendo de la sustancia que se consuma el síndrome de
pica puede recibir el nombre de: pagofagia (hielo); geofagia (tierra);
xilofagia (madera); tricofagia (pelo); amilofagia (harina); cuatopirofagia
(fósforos quemados); coniofagia (polvo de persianas); litofagia (piedras);
stachtofagia (cigarro); onicofagia (uñas); coprofagia (heces); foliofagia
(hojas); etc. (Rojas, 2012).
Tipos de evaluación:
El descubrir la presencia de este síndrome es una tarea
difícil de realizar, pues sin la presencia de consecuencias negativas
relacionadas a la alimentación, la evaluación se realiza a través de la
presentación de informes ya sea de los familiares o de la persona misma, aunque
este último caso es poco frecuente pues la persona que padece alotrofagia no
tienen conciencia de que sea un problema o tema a informar y otros por
vergüenza (Rose et al. 2000). Por lo tanto, la principal herramienta es la
observación y/o auto-observación (Frenk et al, 2013). Una actividad de
evaluación es que los parientes del paciente mantengan en observación al
sujeto, pero sin que este se sepa observado y realizar un registro sobre el
comportamiento y específicamente en la introducción a la boca de cualquier
sustancia u objeto (Rose et al. 2000).
También es recomendable realizar una evaluación de respuesta
neurobiológica a través de la detección de inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina a través de la medición de la hipersensibilidad
gradual de serotonina rápida, además de evaluar síntomas relacionadas con el
control de impulsos para detectar comportamientos obsesivos, observando el
aumento de tensión antes de realizar la conducta y el alivio de la tensión
después de ejecutarla (Rose et al. 2000).
Se realizan estudios para identificar
los niveles de hierro y zinc en la sangre. También se realizan exámenes para
identificar la presencia de anemia. Es común el uso de radiografías en el área
abdominal, con el fin de detectar algún objeto o cuerpo extraño (Rojas, 2012).
Sin embargo, aun estas evaluaciones no se relacionan con la alotrofagia si la
persona o los familiares informan del comportamiento, por lo que el médico
tiene que preguntar específicamente si la persona ingiere habitualmente alguna
sustancia no comestible (Rose et al. 2000).
Estrategias y programas de intervención:
Dependiendo de cada caso se puede requerir un manejo
quirúrgico y la nivelación del desequilibrio nutrimental por cierta sustancia
(Frenk et al, 2013).
A nivel psicológico o psiquiátrico se debe de enfocar el tratamiento
a provocar la aversión hacia la sustancia o material que está asociada a la
pica (Frenk et al, 2013), a través de la terapia leve de aversión, el cual
consiste en asociar al comportamiento un castigo acompañado de un refuerzo
positivo que contenga relación con una alimentación adecuada (Rojas,
2012).; además de incluir un enfoque
pedagógico con el objetivo de intercambiar los materiales no nutrimentales y no
comestibles por alimentos o productos comestibles (Frenk et al, 2013).
No hay comentarios:
Publicar un comentario