Definición:
Se trata de episodios en los que el sujeto come por la noche
y presenta anorexia y restricciones alimentarias durante el día, consistente posiblemente por la
restricción de alimentos diurna provocando la sobrealimentación nocturna
(Sánchez-Barbudo, 2010).
Factores de riesgo:
Presencia de ansiedad durante el día la cual alcanza su mayor
nivel por la noche; cuando se presenta dificultad para conciliar el sueño, y
cuando se aparenta una ausencia de preocupación por la comida y la dieta
(Sánchez-Barbudo, 2010). El pasar por situaciones como problemas familiares,
ruptura de relaciones amorosas y aislamiento socio-emocional aumentan la
probabilidad de padecerla (Ellenberg, Verdi, Ayala, Ferri, Marcano & Vivas,
2006).
Factores de protección:
Se debe de distribuir la ingesta de calorías durante el
transcurso del día para que así no se llegue con gran índice de apetito durante
la noche, por lo que se debe de realizar como mínimo 3 comidas durante el día,
comprendiendo el desayuno, la comida y la cena (Ellenberg et al, 2006).
Factores biológicos:
Se asocia a alteraciones hormonales y neurológicas. Con altas
tasas de cortisol y bajos niveles de melatonina y leptina (Sánchez-Barbudo,
2010).
Factores psicológicos:
Comúnmente va de la mano con sensaciones de ansiedad o
depresión y que tienen mayor presencia por la noche, ocasionando la ingesta de
alimentos con alto contenido de carbohidratos con el propósito de
tranquilizarse y así poder conciliar el sueño, pues los hidratos de carbono
aumentan los niveles de serotonina en el cerebro (Sánchez-Barbudo, 2010).
También se presenta en personas con estrés crónico
(Sánchez-Barbudo, 2010).
Manejo de los factores psicológicos:
Se debe de atacar la depresión, pues esta es la que dificulta
que el sujeto pueda controlar y afrontar el deseo de comer compulsivamente por
la noche, dado que los síntomas o manifestaciones de la depresión se presentan
de forma más aguda durante este horario nocturno (Ellenberg et al, 2006).
Epidemiología:
Este síndrome se calcula que afecta en un 2% de la población
y en gran medida al sexo femenino más que al masculino (Sánchez-Barbudo, 2010), se presenta con
mayor frecuencia en la adultez temprana y en personas con índices mayores de
masa corporal, entre 26,7 +- 4,6 o con un 20% de exceso de peso, por lo tanto,
por el sufrimiento de este padecimiento es común que las personas presenten
obesidad (Ellenberg et al, 2006).
El síndrome del comedor nocturno es una respuesta diurna
relacionada con el estrés, característico de las personas obesas y se relaciona
a alteraciones del comportamiento alimentario, del sueño y del humor asociada a
una alteración de la función endocrina y del patrón del ritmo circadiano
(Ellenberg et al, 2006).
El padecer alteraciones en el eje Hipófisis Pituitario
Adrenal se asocian a este tipo de padecimiento. De igual forma se asocia a las
hormonas como el cortisol, la melatonina y leptina, pues estas funcionan como
reguladoras del ritmo circadiano las cuales modulan funciones metabólicas y
psicológicas (Ellenberg et al, 2006).
Tipos de evaluación:
Comúnmente se realiza un diagnóstico diferencial, pues además
de la evidente obesidad del paciente, para diferenciarlo de otras alteraciones
alimentarias, se observa su comportamiento, por ejemplo, su particularidad es
que la ingesta mayor de alimento, así como de carbohidratos se da en un horario
nocturno, mientras que los demás trastornos no tienen un horario especifico de
mayor presencia; por otro lado el tamaño de las comidas de los sujetos con
síndrome del comedor nocturno son en menor cantidad que las presentadas por los
que padecen bulimia o trastornos por atracón (Ellenberg et al, 2006).
Estrategias y programas de intervención:
Se debe de realizar un tratamiento que ataque
tanto el trastorno del sueño, el de la alimentación y sobre todo de la
ansiedad. También se utiliza la psicoeducación con el fin de enseñar a
distribuir las calorías de forma equilibrada durante todo el día. La calidad de
vida juega un papel importante por lo que se deben de proporcionar medidas
antiestrés, como la respiración profunda y la relajación muscular-corporal
(Sánchez-Barbudo, 2010). Es común el uso de métodos a través de la terapia
cognitivo-conductual, terapia interpersonal y terapia conductual dialéctica,
además de la fototerapia y la relajación muscular progresiva (Errandoneau,
2012).
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