Definición:
Es la conducta o compulsión de beber líquidos, ya sea agua
(polidipsia) o bebidas alcohólicas (dipsomanía) (Martínez, López-Espinoza,
Navarro, López-Uriarte & Salazar, 2014), es decir de consume agua sin
realmente tener sed y la persona experimenta un tipo de placer al realizar
dicha conducta. Para hablar de potomanía se debe de considerar la cantidad de
entre 8 y hasta 15 litros de agua diario (Gabón, s/f).
Factores de riesgo:
Con la idea de sentir saciedad y no comer en demasía se prefiere
ingerir grandes cantidades de agua (Gabón, s/f).
Factores de protección:
La eliminación de falsos mitos favorecidos por la publicidad
engañosa conformada por la idea de que consumir grandes cantidades de agua es
saludable y favorece el poder adelgazar (Díez, 2016).
Factores biológicos:
Por trastornos hipotalámicos, pues en el hipotálamo es donde
se regula la saciedad de sed, y estos trastornos pueden deberse a traumatismos
craneales o sarcoidosis, alteraciones del osmorreceptor hipotalámico, etc.
También puede ser consecuencia del padecimiento de diabetes, enfermedades
renales y al consumo de ciertos medicamentos como antiinflamatorios no
esteroides, diuréticos tiazídicos, litio, fármacos anticolinérgicos, etc.
(Gabón, s/f).
Factores psicológicos:
Principalmente se relaciona con trastornos del control de
impulsos no clasificados, pues el beber agua puede interpretarse como un
elemento sustituto para controlar la ansiedad, además de que se busca beber con
el fin de obtener sensaciones placenteras y lograr un estado de bienestar. El
consumo de agua de manera compulsiva tiene mayor relación a adquirir un estatus
de “persona saludable” más que por buscar su salud en realidad (Martínez et al.
2014).
Está asociada a la anorexia nerviosa, pues el consumir agua
hace que frente al médico se tenga un peso mayor por el consumo consciente de
cantidades mayores de agua para este fin. También se puede dar en personas con
trastornos de personalidad, personalidades histéricas y cuadros delirantes
(Gabón, s/f), así como en trastornos del estado de ánimo, psicóticos y de
personalidad (Guerrero-Morcillo, Sánchez-Pastor, Feliz-Muñoz, Cascales-García
& Agüera-Ortiz, 2009).
Manejo de los factores psicológicos:
Se debe de centrar en el control de impulsos, pues esta es la
base de este trastorno, la imposibilidad de detener el impulso por beber agua
(Martínez et al. 2014).
Epidemiología:
La cantidad de agua que se debe de beber, en términos
normales, es aproximadamente un litro por 1000 kcal que se consumen, pues se
debe de tener claro que el riñón es capaz de eliminar de 10 a 14 mililitros de
agua por minuto (600-840 ml/hr) por lo que no se debe superar esta cantidad
(Gabón, s/f).
La ingesta de agua excesiva puede provocar que ciertos
minerales como el potasio, el sodio y el magnesio, se diluyan con mayor rapidez
provocando calambres musculares, fatiga y lentitud en la realización de
actividades cognitivas simples. Los riñones pueden verse afectados presentando
hiponatremia, la pérdida masiva de potasio puede ocasionar insuficiencia
cardiaca congestiva (Martínez et al. 2014). Además, se pueden presentar
náuseas, disminución de la secreción de la hormona antidiurética, letargia,
cefalea, convulsiones, parálisis, coma y muerte (Gabón, s/f).
Tipos de evaluación:
Se debe identificar el patrón de consumo de líquidos para
establecer una línea base y determinar cuáles son los estímulos que lo están
generando y manteniendo, esto se logra a través del auto-reporte, como los
recordatorios de 24 horas que consiste en el registro de la cantidad de bebida
ingerida, frecuencia y periodo entre cada suceso de consumo del líquido
(Martínez et al. 2014).
Estrategias y programas de intervención:
Primero se aconseja la administración de diuréticos con la
finalidad de aumentar la excreción de líquido por medio de los riñones,
provocando el aumento de sodio y así atenuar los síntomas además de limitar la
ingesta de líquido a no más de litro y medio (Díez, 2016).
Es recomendada la psicoterapia además de la administración de
medicamentos psicotrópicos con el fin de modificar la percepción, el ánimo, el
estado de consciencia y el comportamiento en general (Díez, 2016). Con respecto a la terapia cognitiva, se puede
utilizar el sistema de recompensas a través del otorgamiento de fichas o
puntos, cuando logra no beber más de cierta cantidad de agua a día; de igual
forma se tiene que trabajar en la modificación de pensamientos, miedos y falsas
creencias; el refuerzo positivo de conductas adecuadas (Cabana, 2016).
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