Siendo la anorexia y la
bulimia un descontrol no sólo alimenticio, sino emocional y comportamental, es
necesario aplicar una terapia psicológicas, esto conlleva una evaluación de
todas y cada una de las variables implicadas en ellas.
La psicoterapia es
indispensable en el tratamiento de los trastornos alimenticios. Los
conflictos personales tales como
dificultades en la autoestima y la autopercepción, la vinculación con la
familia y las amistades, el aislamiento, la falta de ánimo y la apatía son los
que originan y sostienen el padecimiento. La psicoterapia es el camino para
encontrar otras vías de resolución de los mismos. El tratamiento psicológico
también contribuye al buen desarrollo del proceso de recuperación en la medida
en que influye en la toma de conciencia sobre la enfermedad y sus riesgos, así
como en la aceptación de la participación de los otros en el proceso de
curación, desde el equipo interdisciplinario hasta la familia.
Para comenzar, la
evaluación puede centrarse en los comportamientos a los que el paciente recurre
para tener un control de su peso, así como su frecuencia, sus antecedentes y
consecuencias (variabilidad del peso actual con el anterior, presencia o no de
menstruaciones, el funcionamiento habitual diario del paciente, sus hábitos
alimenticios, etc.). También es importante analizar el grado de vulnerabilidad
general (permanente y temporal) y la vulnerabilidad específica a intentar
adelgazar. Es importante, intentar
detectar la existencia de posibles apoyos o recursos del paciente (apoyos
familiares, relaciones sociales gratificantes, intereses ajenos a los de perder
el peso) y la opinión, motivación y expectativas del paciente respecto a la
terapia (por lo general existe negatividad en los pacientes). Todos los datos
anteriores pueden ser adquiridos mediante la familia, los profesionales que lo
atienden, el mismo paciente y observaciones del terapeuta, todo esto, mediante
aplicación de pruebas, guías de observación, hojas de autorregistro y/o
entrevistas.
Para el tratamiento de
ambos trastornos existen diferentes modelos psicológicos, que aunque difieren
de su procedimiento siguen objetivos comunes, entres cuales están:
1. Desarrollar
actitudes/creencias realistas acerca de la imagen corporal y peso.
2. Establecer un patrón
normal de peso.
3. Reducción del
descontrol en la ingesta, vómitos y abusos de laxantes.
4. Mejorar el
funcionamiento personal general: autoaceptación, afrontamiento de la ansiedad y
funcionamiento social.
5. Establecer la
motivación para el tratamiento.
Modelo Psicoanalítico
Bruch (1982 en Sánchez, 2010), atribuye las alteraciones
de la imagen corporal a un déficit del yo, en lo que se refiere a autonomía y
dominio del propio cuerpo, que da lugar a un sentido de ineficacia personal.
Para este autor la distorsión de la imagen corporal así como las disfunciones alimentarias, tiene un
carácter simbólico considerándolos como formas de camuflaje de diversos
problemas que por otros medios no ha sido posible resolver.
Desde este enfoque la
explicación de los desórdenes alimenticios tienen una base psicopatológica en
la que no se constituyen conceptualmente con una nosología propia, sino que es
una forma sintomática de otra estructura clínica, llámese neurosis, perversión
o psicosis (López, 1999 en Sánchez, 2010).
Modelo cognitivo afectivo
Baile, Raich &
Garrido (2003 en Sánchez, 2010), asumen que una alteración de la imagen
corporal (insatisfacción corporal) se ha considerado clave dentro de los
posibles factores predisponentes, y otra alteración (distorsiones perceptivas
del tamaño corporal) como un criterio diagnóstico.
Los hallazgos de Sánchez-Sosa, Villarreal-González & Moral
(2009 en Sánchez, 2010) indican que
tanto la insatisfacción de imagen corporal como la conducta alimentaria de riesgo
está más asociada con el sobrepeso que con el infrapeso, estas contradicciones
sugieren que un modelo teórico basado en alteraciones perceptuales y/o
actitudinales de la imagen corporal no tiene capacidad heurística para explicar
la conducta alimentaria de riesgo.
Modelos multidetermiandos
Contemplan que los trastornos del comportamiento
alimentario se entienden como conductas complejas de etiología multicausal,
producto de la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales y
culturales.
Modelo multidimensional de la anorexia
Toro & Vilardell
(1987 en Sánchez, 2010), quienes consideran la interacción de factores
predisponentes, precipitantes y de mantenimiento:
● Factores predisponentes
Factores genéticos,
edad 13-20 años, sexo femenino, trastorno afectivo, introversión/inestabilidad,
sobrepeso en la pubertad y adolescencia, nivel social medio/alto, familiares
con trastorno afectivo, familiares con adicciones, familiares con trastornos de
la ingesta, obesidad materna, valores estéticos dominantes.
● Factores precipitantes
Cambios corporales,
separaciones y pérdidas, rupturas conyugales del padre, contactos sexuales,
incremento rápido de peso, críticas sobre el cuerpo, enfermedad adelgazante,
traumatismo desfigurador, incremento en la actividad física, acontecimientos
vitales.
● Factores perpetuantes
Consecuencias de la
inanición, interacción familiar, aislamiento social, cogniciones anoréxicas,
actividad física excesiva, iatrogenia.
Modelo bioconductual de la anorexia
Este modelo basado en
el Análisis Experimental del Comportamiento analiza las relaciones funcionales
que regulan la anorexia explicando cómo los síntomas físicos y psicológicos son
producto del hambre y del aprendizaje social.
Modelos ecológicos
Consideran que en el
comportamiento alimentario de una persona inciden diversos factores culturales,
sociales, económicos y políticos, por lo que éste no puede reducirse a aspectos
meramente biológicos y psicológicos internalistas. Estos modelos establecen que
los seres humanos evolucionan y se desarrollan en un constante ir y venir de
similitudes y diferencias que se derivan de su potencial genético, su nicho
ecológico, su herencia cultural y su historia conductual (Díaz-Guerrero,1972 en
Sánchez, 2010).
1) Modelo
cognitivo-conductual de la anorexia nerviosa de R. Calvo Sagarday (1988).
En este modelo se toma
el trastorno como una solución biológica al conflicto de maduración de la
pubertad. Además de otros, una serie de factores personales produce
vulnerabilidad a este trastorno (rasgos obsesivos, baja autoestima, déficit en
habilidades sociales con malestar en las relaciones interpersonales, dificultad
para desarrollar una conciencia de sensaciones interoceptivas).
Se distinguen dos tipos
de anoréxicas:
● Las que restringen su
dieta, que suelen tener rasgos obsesivos, baja autoestima, aislamiento social y
escasa experiencia social.
● Las que tienen
episodios de comida compulsiva, que se caracterizan por inestabilidad
emocional, impulsiva, mayor incidencia de uso de alcohol y drogas y mayor
intensidad de enfermedad mental y problemas sociofamiliares.
La metodología
utilizada se enfoca en el aprendizaje social (mostrar el reforzamiento dado a
su competencia), el cual a su vez interactúa con factores predisponentes adquiridos durante
la infancia (significados o creencias perfeccionistas, baja tolerancia a la
frustración e incompetencia social).y la presión familiar para que recupere
peso.
2)
El modelo cognitivo de la bulimia de McPherson (1988).
Su premisa básica es
que la bulimia es una consecuencia de determinadas distorsiones cognitivas
derivadas de creencias y valores acerca de la imagen corporal y el peso. La
falta de autocontrol de la dieta en las personas con este problema se relaciona
con una necesidad extrema del autocontrol en determinadas áreas (control
corporal, rendimiento escolar). La creencia principal, es entonces, “el peso y
la imagen corporal son fundamentales para la autovaloración y la aceptación
social”, pero aunada a esta creencia se
interrelaciona una serie de distorsiones cognitivas:
● Pensamiento dicotómico,
es decir, divide la realidad en categorías extremas y opuestas sin grados
intermedios.
● Personalización.
Relaciona los acontecimientos con la propia conducta o como referidos a sí
misma sin base real.
● Sobreestima de la
imagen corporal, es decir, se perciben más gruesos de los que son.
● Autovaloración global y
generalizada. Se estiman y valoran globalmente en comparación con estándares y
estereotipos sociales extremos.
Es además, necesario
recurrir a estrategias de diferente tipo y con finalidades específicas, como
puede ser para controlar la ansiedad y el miedo, para ello se recurre
frecuentemente a la técnica de desensibilización sistemática.
● Informar al paciente
sobre su problema, los mecanismos que lo mantienen y las posibles alternativas
terapéuticas.
● Ofrecer un feedback
periódico en relación con el peso alcanzado.
● Delimitar un peso
mínimo que se debe lograr, y un peso máximo.
● Detectar los
pensamientos ansiógenos disfuncionales del paciente y analizarlos desde
perspectivas diferentes.
● Situarse en las
consecuencias peores con respecto a su miedo lo más objetivamente posible.
● Comprobar la evidencia
de los pensamientos disfuncionales mediante ejercicios comportamentales.
● Discutir los
pensamientos ansiógenos disfunciones a partir de la ganancia de peso.
● Modificar el objetivo
global de control del propio peso, la propia imagen y el propio cuerpo del paciente.
Otras estrategias a las
que se recurre son aquellas para mantener el peso y reducir la vulnerabilidad a
las recaídas. Estas consisten principalmente en preparar al paciente y
familiares para etapas posteriores del tratamiento, las cuales consisten en:
● Identificar y modificar
patrones familiares de conducta alimentaria inadecuados.
● Identificar y modificar
factores que han podido contribuir a la vulnerabilidad, general o específica,
del paciente; esto puede ser mediante la modificación de cogniciones
disfuncionales en relación con el peso, la propia figura o apariencia física,
la autoeficacia, la autoestima, el desarrollo sexual y corporal en general, la
familia y otros temas relacionados con el problema. O también mediante el
entrenamiento del paciente en habilidades:
1) Seleccionar y
confeccionar el menú apropiado
2) Comer saludablemente
3) Controlar el ejercicio
físico
4) Planificar actividades
convenientes, que sean principalmente gratificantes o permitan la consecución
progresiva de un estilo de vida saludable.
5) Habilidades sociales
● Identificar y
enfrentarse a situaciones estresantes de alto riesgo.
● Preparar a la familia
para la vuelta del paciente a casa una vez finalizado el periodo de
hospitalización.
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