sábado, 26 de noviembre de 2016

TRATAMIENTO DE LOS DESORDENES ALLIMENTICIOS

Siendo la anorexia y la bulimia un descontrol no sólo alimenticio, sino emocional y comportamental, es necesario aplicar una terapia psicológicas, esto conlleva una evaluación de todas y cada una de las variables implicadas en ellas.

La psicoterapia es indispensable en el tratamiento de los trastornos alimenticios. Los conflictos  personales tales como dificultades en la autoestima y la autopercepción, la vinculación con la familia y las amistades, el aislamiento, la falta de ánimo y la apatía son los que originan y sostienen el padecimiento. La psicoterapia es el camino para encontrar otras vías de resolución de los mismos. El tratamiento psicológico también contribuye al buen desarrollo del proceso de recuperación en la medida en que influye en la toma de conciencia sobre la enfermedad y sus riesgos, así como en la aceptación de la participación de los otros en el proceso de curación, desde el equipo interdisciplinario hasta la familia.

Para comenzar, la evaluación puede centrarse en los comportamientos a los que el paciente recurre para tener un control de su peso, así como su frecuencia, sus antecedentes y consecuencias (variabilidad del peso actual con el anterior, presencia o no de menstruaciones, el funcionamiento habitual diario del paciente, sus hábitos alimenticios, etc.). También es importante analizar el grado de vulnerabilidad general (permanente y temporal) y la vulnerabilidad específica a intentar adelgazar.  Es importante, intentar detectar la existencia de posibles apoyos o recursos del paciente (apoyos familiares, relaciones sociales gratificantes, intereses ajenos a los de perder el peso) y la opinión, motivación y expectativas del paciente respecto a la terapia (por lo general existe negatividad en los pacientes). Todos los datos anteriores pueden ser adquiridos mediante la familia, los profesionales que lo atienden, el mismo paciente y observaciones del terapeuta, todo esto, mediante aplicación de pruebas, guías de observación, hojas de autorregistro y/o entrevistas.
Para el tratamiento de ambos trastornos existen diferentes modelos psicológicos, que aunque difieren de su procedimiento siguen objetivos comunes, entres cuales están:
1.    Desarrollar actitudes/creencias realistas acerca de la imagen corporal y peso.
2.    Establecer un patrón normal de peso.
3.    Reducción del descontrol en la ingesta, vómitos y abusos de laxantes.
4.    Mejorar el funcionamiento personal general: autoaceptación, afrontamiento de la ansiedad y funcionamiento social.
5.    Establecer la motivación para el tratamiento.

Modelo Psicoanalítico
Bruch (1982 en Sánchez, 2010), atribuye las alteraciones de la imagen corporal a un dé­ficit del yo, en lo que se refiere a autonomía y dominio del propio cuerpo, que da lugar a un sentido de ineficacia personal. Para este autor la distorsión de la imagen corporal así como  las disfunciones alimentarias, tiene un carácter simbólico con­siderándolos como formas de camuflaje de diversos problemas que por otros medios no ha sido posible resolver.

Desde este enfoque la explicación de los desórdenes alimenticios tienen una base psicopatológica en la que no se constituyen conceptualmente con una nosología propia, sino que es una forma sintomática de otra estructura clínica, llámese neurosis, perversión o psicosis (López, 1999 en Sánchez, 2010).

Modelo cognitivo afectivo
Baile, Raich & Garrido (2003 en Sánchez, 2010), asumen que una alteración de la imagen corporal (insatisfacción corporal) se ha considerado clave dentro de los posibles factores predisponentes, y otra alte­ración (distorsiones perceptivas del tamaño corporal) como un criterio diagnóstico.

Los hallazgos de  Sánchez-Sosa, Villarreal-González & Moral (2009 en Sánchez, 2010)  indican que tanto la insatisfacción de imagen corpo­ral como la conducta alimentaria de riesgo está más asociada con el sobrepeso que con el infrapeso, estas contradicciones sugieren que un modelo teórico basado en alteraciones perceptuales y/o actitudinales de la imagen corporal no tiene capacidad heurística para explicar la conducta alimentaria de riesgo.

Modelos multidetermiandos
Contemplan que los trastor­nos del comportamiento alimentario se entienden como conduc­tas complejas de etiología multicausal, producto de la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales.

Modelo multidimensional de la anorexia
Toro & Vilardell (1987 en Sánchez, 2010), quienes consideran la interacción de factores predisponentes, precipitantes y de mantenimiento:
     Factores predisponentes
Factores genéticos, edad 13-20 años, sexo femenino, trastorno afectivo, introversión/inestabilidad, sobrepeso en la pubertad y adolescencia, nivel social medio/alto, familiares con trastorno afectivo, familiares con adicciones, familiares con trastornos de la ingesta, obesidad materna, valores estéticos dominantes.
     Factores precipitantes
Cambios corporales, separaciones y pérdidas, rupturas conyugales del padre, contactos sexuales, incremento rápido de peso, críticas sobre el cuerpo, enfermedad adelgazante, traumatismo desfigurador, incremento en la actividad física, acontecimientos vitales.
     Factores perpetuantes
Consecuencias de la inanición, interacción familiar, aislamiento social, cogniciones anoréxicas, actividad física excesiva, iatrogenia.

Modelo bioconductual de la anorexia
Este modelo basado en el Análisis Experimental del Comportamiento analiza las relaciones funcionales que regulan la anorexia explicando cómo los síntomas físicos y psicológicos son producto del hambre y del aprendizaje social.

Modelos ecológicos
Consideran que en el comportamiento alimentario de una persona inciden diversos factores culturales, sociales, económicos y políticos, por lo que éste no puede reducirse a aspectos meramente biológicos y psicológicos internalistas. Estos modelos establecen que los seres humanos evolucionan y se desarrollan en un constante ir y venir de similitudes y diferencias que se derivan de su potencial genético, su nicho ecológico, su herencia cultural y su historia conductual (Díaz-Guerrero,1972 en Sánchez, 2010).

1)    Modelo cognitivo-conductual de la anorexia nerviosa de R. Calvo Sagarday (1988).
En este modelo se toma el trastorno como una solución biológica al conflicto de maduración de la pubertad. Además de otros, una serie de factores personales produce vulnerabilidad a este trastorno (rasgos obsesivos, baja autoestima, déficit en habilidades sociales con malestar en las relaciones interpersonales, dificultad para desarrollar una conciencia de sensaciones interoceptivas).
Se distinguen dos tipos de anoréxicas:
     Las que restringen su dieta, que suelen tener rasgos obsesivos, baja autoestima, aislamiento social y escasa experiencia social.
     Las que tienen episodios de comida compulsiva, que se caracterizan por inestabilidad emocional, impulsiva, mayor incidencia de uso de alcohol y drogas y mayor intensidad de enfermedad mental y problemas sociofamiliares.

La metodología utilizada se enfoca en el aprendizaje social (mostrar el reforzamiento dado a su competencia), el cual a su vez interactúa  con factores predisponentes adquiridos durante la infancia (significados o creencias perfeccionistas, baja tolerancia a la frustración e incompetencia social).y la presión familiar para que recupere peso.

   2)   El modelo cognitivo de la bulimia de McPherson (1988).
Su premisa básica es que la bulimia es una consecuencia de determinadas distorsiones cognitivas derivadas de creencias y valores acerca de la imagen corporal y el peso. La falta de autocontrol de la dieta en las personas con este problema se relaciona con una necesidad extrema del autocontrol en determinadas áreas (control corporal, rendimiento escolar). La creencia principal, es entonces, “el peso y la imagen corporal son fundamentales para la autovaloración y la aceptación social”,  pero aunada a esta creencia se interrelaciona una serie de distorsiones cognitivas:
     Pensamiento dicotómico, es decir, divide la realidad en categorías extremas y opuestas sin grados intermedios.
     Personalización. Relaciona los acontecimientos con la propia conducta o como referidos a sí misma sin base real.
     Sobreestima de la imagen corporal, es decir, se perciben más gruesos de los que son.
     Autovaloración global y generalizada. Se estiman y valoran globalmente en comparación con estándares y estereotipos sociales extremos.

Es además, necesario recurrir a estrategias de diferente tipo y con finalidades específicas, como puede ser para controlar la ansiedad y el miedo, para ello se recurre frecuentemente a la técnica de desensibilización sistemática.
     Informar al paciente sobre su problema, los mecanismos que lo mantienen y las posibles alternativas terapéuticas.
     Ofrecer un feedback periódico en relación con el peso alcanzado.
     Delimitar un peso mínimo que se debe lograr, y un peso máximo.
     Detectar los pensamientos ansiógenos disfuncionales del paciente y analizarlos desde perspectivas diferentes.
     Situarse en las consecuencias peores con respecto a su miedo lo más objetivamente posible.
     Comprobar la evidencia de los pensamientos disfuncionales mediante ejercicios comportamentales.
     Discutir los pensamientos ansiógenos disfunciones a partir de la ganancia de peso.
     Modificar el objetivo global de control del propio peso, la propia imagen y el  propio cuerpo del paciente.

Otras estrategias a las que se recurre son aquellas para mantener el peso y reducir la vulnerabilidad a las recaídas. Estas consisten principalmente en preparar al paciente y familiares para etapas posteriores del tratamiento, las cuales consisten en:
     Identificar y modificar patrones familiares de conducta alimentaria inadecuados.
     Identificar y modificar factores que han podido contribuir a la vulnerabilidad, general o específica, del paciente; esto puede ser mediante la modificación de cogniciones disfuncionales en relación con el peso, la propia figura o apariencia física, la autoeficacia, la autoestima, el desarrollo sexual y corporal en general, la familia y otros temas relacionados con el problema. O también mediante el entrenamiento del paciente en habilidades:
1)    Seleccionar y confeccionar el menú apropiado
2)    Comer saludablemente
3)    Controlar el ejercicio físico
4)    Planificar actividades convenientes, que sean principalmente gratificantes o permitan la consecución progresiva de un estilo de vida saludable.
5)    Habilidades sociales
     Identificar y enfrentarse a situaciones estresantes de alto riesgo.

     Preparar a la familia para la vuelta del paciente a casa una vez finalizado el periodo de hospitalización.

No hay comentarios:

Publicar un comentario